Debí y debiste.

"Ésta es la primera carta que escribo, no es de amor, no es siquiera de sufrimiento. Es mi primera carta de debilidad. No espero que la repondas, no espero que la leas, solo espero que al menos sepas quien fue el que la escribió. La escribo para que la tengas en tu estuche, donde guardas la foto de tus padres, de tus hermanos, y donde antes hubo una foto mía, espero que la guardes ahí, donde ni las palabras ni el viento se la llevan, donde pones lo que amas, o lo que creíste amar.

Tal vez escribo esto para que recuerdes ese sábado de octubre en el que nos miramos fijamente sin decir nada, para que recuerdes tu mirada temblorosa, o para que recuerdes mi sonrisa repetitiva. Me besaste lentamente, fue uno de esos besos que obligan a cerrar los ojos, y que casi de inmediato, me hacen sonreír. Tomaste mi mano derecha, me apretaste y yo estaba ahí, petrificado, con esas ganas de irme, de salir corriendo con una risa nerviosa, pero también tenía ganas de abalanzarme hacia tu pecho, aprisionarte contra mis brazos y abarrotarte con mis besos cortos y delicados. 

El tiempo jugó en nuestra contra, no hubo una gota de lluvia, un tacón roto, ni ausencia de llamadas. Ese día faltaron menos cosas que hacer, falto que hubieras querido quedarte un poquito más. En ese momento hubiera amado que todo se hubiera detenido, que no tuvieras tareas pendientes; porque tal vez de esa manera te hubieras quedado un poco más ahí, al lado mío, haciendome sentir ese vacío de estar con los pies tan alejados del suelo. Quizás así, me hubieras besado un poco más, me hubieras intentado querer un poco más, y me hubieras elegido un poco más. Pero no fue así, te fuiste a los 7 segundos de unir nuestros labios, no sé si por obligación, o porque tenías miedo de caer precipitadamente hacia el suelo, no sé. En conclusión, había que despertar de algún modo."

Comentarios

Entradas populares