Quizás.

Lo deje todo por ti, y hoy lo tomo todo por mi. Siempre me convencí de ser lo que mejor me había pasado, pero ¿a quién engañaba?, las inseguridades, el miedo, el rencor, la venganza y el deseo de escapar, no es lo mejor que le pasa a alguien. Quizás solo lo que no nos abandona no puede ser lo mejor al mismo tiempo.

Fue mi hamigo, con "h", de esos que tan sólo se iban con la gramática. Sabía que no me iba a detener por nadie, que aunque solo, tenía un escudo fuerte que era mi ego, mis ínfulas de egocéntrico y mi frialdad que me ahorraban tantas despedidas. "No te aferres a mi, amo irme y no despedirme", esas palabras que pronunciaba cuando alguien amenazaba con quedarse. Tenía miedo que alguien lo hiciera, tenía miedo que se fueran, así que abandonaba antes de que me abandonaran, hacía daño antes de que me lo hicieran a mi.

Que ridiculez, eso de estar solo no por la valentía que fingía, sino por la cobardía que escondía. La vida me daba las ganas de vivir, y la gente me daba ganas de lo contrario, al punto de tener fuerzas que se anulan, pero lo peor no era estar a la deriva, el problema era no querer que alguien me sacara de allí. "Adiós" le dije, mientras me decía su nombre.

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