Caída libre.


"Ya no sabes nada de lo que solías ser Martín, ya olvidaste lo que aparentas. Apuesto a que ya no pasas por ese altar de árboles junto a tu casa, ese batallón de secuelas blandas de amor, esa hojarasca que sentía como mis pies se alejaban cada vez más del suelo y cada vez menos de las nubes, ahí mismo donde mantenían nuestros ojos, entre el todo y el nada que estábamos confinados a sentir.

No regreses a donde tu aroma se funde con el viento, porque ahí sabrás lo que no eres, y sentirás como tu estómago te abandona con cada correo del pasado.

No volviste al lugar donde los besos fueron reales, y la niebla era solo nuestro aliento blanco coordinado con palabras de amor cortas. Ya no regresas a la madera negra donde nuestros nombres se juntan como un contrato obligado del destino, grabados con la necesidad de no ser lo que sentimos, nos acobardamos por tratar de ser lo que nunca fuimos, somos vacíos Martín, como ese trozo de árbol.

Ya te da miedo mirarte al espejo cada mañana y ver en tus ojos los recuerdos que se mueven en ese parpadeo rápido, en ese olvido que escondes debajo de esa piel que tanto conocía. Nos enamoramos de nuevo Martín, ¿y ahora qué harás? ¿correrás en busca de un respiro secreto en medio de razonamientos cobardes, o te vendrás a mi, con tu mejor espada y tu mejor caricia? Pero no decidas aún, no se puede correr por la vida sin haber probado un poco de muerte." Y sin mayores palabras encontré ese poema corto, lleno de cenizas pasajeras y cigarrillos lentos. Ay Julieta, me destruyes cuando ya todo está perfectamente diseñado, cuando me amas y empiezo a amar a otra.

Comentarios

Entradas populares