Cuando el tiempo pasa...


Hablando de amores sin saber a quien amar. No tengo quien me derrita al rozar su hombro con el mío, no tengo a quien me diga que me ama a diario, que me agarre fuerte de las manos cuando tenga miedo, ni tengo a alguien que este siempre ahí para mi, solo me tengo a mi, el que sabe lo peor de mi, el que me tiene terror, los demás son solo aderezos del destino. La gente se va, abandona. Soy experto en abandonos, he abandonado tanto, y me han dejado el doble. Ayer discutí fuerte, dije muchos "te odio" seguidos, lance duras criticas, para al final alejarme del espejo. Todos suponen mi fortaleza, mis cojones, mi valentía, mi cruel forma de ver la vida, solo suponen. No soy tan tonto como para herirme o tan ególatra como para idolatrarme. Detesto cuando la gente sufre por un "fin del mundo" que no se asemeja, que se derrumba por cosas sin sentido, que se debilita con estupideces modernas; siempre hay personas con peores problemas, peores sentimientos, peores pesadillas y son la edificación más fuerte y mas rígida frente a todos, pero hueca para si mismos. Odio jugar a que nada me hace daño, me canso.

"Viniste con tus problemas, lloraste por todo lo que te sucedía, pedías a la tierra que te tragara cuando tus problemas eran similares a la rotura de una uña. Mientras los míos eran los más fríos e inhóspitos, de tu boca jamás salió un ”¿cómo estás?" supongo que ya no importa, que ya no importe. Siempre te buscaba, siempre tenía que ser yo quien tomara la iniciativa, siempre era yo quien te consolaba y te escuchaba, pero ¿quien estaba para mi?, afortunada o desafortunadamente nadie. Nadie quería oír lo que me pasaba porque mi comportamiento no reflejaba nada extraño sin saber que no siempre lo que se siente se exterioriza. Que dolor era solo poder hablar con ese que estaba al otro lado del espejo, el que todo lo sabía, el que siempre tenia la razón sobre todo menos sobre si mismo, ese que siempre me sonreía antes de salir de casa, ese que me enseñaba a como peinarme y vestirme, ese a quien nunca conocí, pero que siempre estuvo conmigo.

¿Te quedaste? No, nadie se quedo al final a escuchar mis pesares, sirvo de hombro a todos, pero nadie quiere untar de lágrimas el suyo. Ya me acostumbre a mirarte sin esperar que te quedes o que te vayas, ya no espero nada de ti, así como siempre esperaste todo de mi. Las excusas eran las que escuchaba cada noche cuando necesitaba de ti, un "no tengo tiempo" "tengo sueño" "hay muchos trabajos" "mis papás no me dejan salir", en fin, excusas que simplemente se traducían en "no me interesa, pasara mañana", de hecho jamás se curó al día siguiente, ni aún en estos días. No necesito llevar un dolor corporal más grande que el emocional, porque no soy tan cobarde como para ignorar lo que con un dedo no se va. Espero que alguien más este para ti, yo ya no, yo ya estoy para mi."

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