El agua entre los dedos.

"¿Ya olvidaste esa tarde de abril, esa en la que nos conocimos? Espero que no, estabas tan perfecta y audaz, yo planeaba pasar rápidamente a tu lado, mirándote fijamente con mi vista periférica, planeaba pasar desapercibido, sin que supieras de mi existencia, de una u otra forma me afane a lo imposible, a lo prohibido. Fue algo así como en las películas hollywoodenses en las que el chico y la chica se topan, haciendo caer los libros románticos de uno de ellos, y que al levantarlos sus manos rocen en una explosión de vacío, mientras luchan en una batalla de pupilas dilatadas y sonrisas fugitivas, así no nos paso, hubiéramos acabado como el mariscal de campo y la chica bonita de las porristas, que aburrido. Más bien, nuestra historia empezó cuando golpeamos el ego del otro, dejando caer todas nuestras espectativas, para levantarlas y rozar cosas en común, y terminar compartiendo ilusiones parecidas y miedos encontrados, así nos paso, y terminamos como el anónimo fuerte con ínfulas de derrota y como la chica sedienta de ganar, con mi pérdida a cuestas. No fue la mejor historia de amor. 

Ojalá llegue un día en el que me quede sin palabras, en el que ya no tenga nada que decirte. Ese día ya no tendré que esconder esos recuerdos sonrientes que me vienen a la cabeza cada vez que te veo, ya no tendré que fingir que soy fuerte siendo yo mi única compañía. Ojalá y me olvide de esto que nunca fuimos. ¿Has notado que no has contestado ni una de mis cartas? Debe ser cobardía o la demora del cartero, sea lo que sea, no quiero que me respondas... aunque me encantaría que lo hicieras. Contigo aprendí que siempre me encanta lo que no debo, lo que no puedo, lo que es imposible, es como si tuviera marcado mi nombre. No te quiero, pero me encantas. Que ridiculez en lo que nos convertimos, en dos amantes que aún pierden su tiempo escribiendo cartas y dedicando canciones, deberíamos ser como la mayoría de la humanidad, una noche que se olvide a la siguiente, así ni yo ni tu estaríamos de esta forma, mirando cada cinco segundos por la ventana a ver si estamos escondidos detrás de ese árbol, el confidente de todos nuestros besos a distancia.

Le escribo a alguien que no me lee, que tonto soy. El único detalle es que nadie me escribe a mi, que tonta eres. Que tontos fuimos... y amamos serlo. Amabas que llamaramos a gente desconocida para gritarles lo miserables que son sus vidas sin amor, amabas cuando íbamos a las fiestas de los ancianos solo para sentirnos jóvenes y bailar la música que luego no nos alcanzaría la vida para seguir escuchando. Te encantaba salir corriendo de repente al ascensor mientras todos te miraban como la más retardada, yo lo amaba. ¿Cómo le digo a la camisa que dejaste que ya nunca volverás por ella, ni por mi? Creeme, cada día pienso en como hacerme la idea. Ya debiste haber cambiado de código postal, debiste haber cambiado de color de cabello, de estilo de ropa, en fin, ya no debes ser la misma; quizá sigo pensando en que la gente cambia, que quisiera que fueras la "tu" de hace muchas noches, apuesto que ella si me respondería. Yo no he cambiado en nada, sigo mirando a la gente por los vidrios de las casas, quedándome callado mientras descubro en detalle los secretos que todos esconden, tengo miedo de volver a mirar a alguien a los ojos y que vuelva a terminar como ahora, a la espera de que el cartero me entregue una nueva vida."

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