Julieta de mis días.



"Ay Julieta de mis días, ¿de cuantas maneras más me asesinaras? Debo admitir que releía una y otra vez la carta que difícilmente me escribiste, y lo peor del caso, era que me imaginaba tu voz en cada silaba de esa dichosa carta que me hacia sonreír cada vez que te referías a mi. Ay Julieta de mis días, ¿por qué sigues aquí? me pides que me aleje y ¿qué hay de ti? sigues al pendiente de mi muerte, sigues esperando que yo me aleje, cuando tu eres la que se junta cada vez mas hacia mi en esta banca. Descubrí que lo nuestro nunca fue amarnos, ni besarnos mientras la lluvia caía sobre nuestros labios, ni siquiera fue abrazarte cuando me esperaste sentada en esa silla de madera negra en el balcón de tu abuela, lo nuestro no tuvo nada que ver con tenernos; lo nuestro es escribirnos cartas sin remitente, es querernos luego de no estar, es quemarnos con los recuerdos que nunca vimos pasar, es odiarnos con todo y sin nada, es besarnos cada vez que tratamos de alejarnos. Ay Julieta de mis días, cuánto amaría una carta tuya debajo de esa puerta, para hacerla esperar uno o dos días, diez o quince cigarrillos, una o mil eternidades, tal vez de esa manera tus palabras sientan lo que es el abandono, no tenerse, escribirse y no leerse.

No sé cuantas cartas llevemos, de seguro pocas, sin sentido todas pero con ese amor desdichado de la nada. ¿Con qué nos quedaremos al final?, sé que yo estaré a mis 99 años con tus cartas al lado de mi cama haciendo de mesa de noche, quizá así aprenda a oler la muerte de cerca, quizá así sepa que es tener ese cáncer que no duplica células sino sentimientos y recuerdos, todas las maneras con un mismo final, la muerte. Lo más seguro es que tu dañes todas mis cartas con tus lagrimas de madrugada mientras alguien más no es capaz de hacerte feliz, el final de mis cartas será tu olvido, tu debilidad, porque sé que no serás tan fuerte como para tener silabas de amor encima de tu armario, no serás la heroína que siempre presumiste ser cada vez que veas que mis cartas se caen furtivamente una por una, como clavándote cuchillos cada vez más profundos en tu cabeza, para que no te de miedo de aceptar tu rendición, para que no huyas de este amor que me sientes, y para que no corras de esas lágrimas que nunca pudiste contener; no me mientas, no te mientas.

¿Llegaremos a encontrarnos otra vez Julieta de mis días? espero que si, quiero volver a recitar esas cartas que mis escribiste, pocas de seguro, con la misma maldad con la que te escribo. Sé que no seremos capaces de mirarnos a las caras, que de una u otra manera todo es más interesante que ver los rostros de un amor no correspondido. Ay Julieta, ni tan romántica eres ni tan loco soy. Créeme que espero ansioso otra carta tuya, quiero ver si ya la muerte te besa la almohada, porque las palabras son como cuchillos Julieta, cuchillos muy afilados, no hagas malabares con ellas, no juegues con ellas, podrían matarte de un solo tirón, tampoco cargues palabras en el bolsillo porque duelen, pero tampoco te quedes sin ellas, ¿quién más te va a defender cuando ya nada te quede? Ay Julieta, estas al borde de este abismo que construí para ti, no te odio, pero de vez en cuando hay que morirse un poco. 

Seguiré con mis cartas, quizá de esa manera veas como me haré feliz con los años sin olvidarte, quizá te nombre a mis hijos, a mi futura esposa, quizá te de la dirección de mi casa nueva, o te de la marca del auto que siempre quisimos tener; o tal vez simplemente veas mi dirección en el cementerio, o la del hospital; no juegues con las palabras Julieta, puedes huir pero no puedes esconderte, a todos nos llega el momento de tener una palabra atravesada en el corazón."

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