La desaparición.

"Después de tanto rogar al cielo para no volverme a encontrar contigo, estabas ahí en la mesa junto a la puerta, tu sitio favorito; comiéndote un helado de chocolate, mi sabor preferido; en la cafetería donde solíamos sentarnos a charlar y reír sobre experiencias vergonzosas, ahí donde alguna vez dijiste "es nuestro lugar de ensueño". Me alegra saber que aún no salgo de tu mente, me encanta que comas mi sabor de helado favorito, que pena que ya no conmigo, ni con las carcajadas que te sacaba, ya no con ese rubor rosa en tus mejillas, ni con el cabello arreglado como siempre querías tenerlo. Que lástima me da ver como ya no hay alguien en frente tuyo para untar tu nariz de crema batida, o robarte la última cereza. Te veías tan ridícula. Yo te miraba del otro lado de la acera, viendo como unas sonrisas sin dueño salían a batallar contra la soledad que te carcomía el alma, y seré sincero, sonreía contigo. Me quedo plantado como el admirador más psicópata del mundo, observando como luchas por mantener un poco más ese helado, por como logras contener las lágrimas cuando el mesero te entrego la cuenta, ese al que muchas veces hicimos chistes sobre su camisa, ya ni sentido del humor tienes.

Saliste caminando rápido como queriendo huir de esa verdad que te persigue pero que niegas. Siempre fuiste tan orgullosa. No sé si era cobardía, miedo o debilidad, pero cuando apretada tus manos camino a casa, sentía como tu respiración se agitaba, empezabas a organizar ese cabello perfecto y seguías con limpiarte una mugre en tu hombro que nunca existió. Pensé que algún día lo ibas a superar, pero cuando ví que él te apretó las manos como yo y tu sólo le diste una sonrisa resignada, ahí mismo supe que aún esperabas que fuera y sacara ese sabor fragante de tus labios. Hoy sé que cuando él te besaba, no cerrabas los ojos, solo para ver como se ve tu tristeza desde sus pupilas. Me impresiona tu ridiculez. Nos separamos en mutuo acuerdo fingiendo que seguiríamos tan bien mañana que ya no recordariamos la fatiga de este amor que tanto nos hacía correr, yo detrás de ti, y tu detrás de alguien más. 

Aprendí a correr más rápido que mis recuerdos, hoy solo los veo comiendo helado en la mesa junto a la puerta, de espaldas hacia la gente. No lo he superado, pero al menos no voy detrás de eso que alguna vez me hizo feliz para agrandar la herida y estar así toda la vida. "Estaremos siempre, estaremos fuertes, estaremos", dijiste cinco segundos antes de dejarme, olvidando que eso sólo rima. Ya voy a seguir escribiéndote cartas a diario, no para que veas como me hago feliz poco a poco, no para buscarte, ni siquiera para amarte un poco más, sino para ver como conviertes los recuerdos en un arma de doble filo. Y para terminar, dejame decirte que aún sigo esperandote sentado en el balcón del 4 piso del edificio abandonado donde siempre amabas cantar a gritos canciones de Pedro Infante, ahí te espero, no llegues tarde porque odio esperar, quiero ver en tu cara la sensación de tenerlo todo y a la vez nada, quiero ver como pasas de ser recordada a recordar, y ver como abrazas a quien te esperaba con un beso delgado y que hoy te espera con una sonrisa delgada."

Comentarios

Entradas populares