Me fui.

Me había dado cuenta que hay que renunciar a tanto en esta vida tan dura, para conseguir lo que se quiere en esta vida tan fácil. Hoy que no estas, sonrío en el silencio al recordar tus chistes mediocres y tus caídas furtivas. Te amaba tanto. Y lo sé porque luego de sonreír siento un leve dolor en mi tabique, y un gran nudo en la garganta, tal vez sean ganas de llorar, o tal vez es un alivio raro que me habría evitado tanto. ¿Si me dieran a elegir? Te elegiría, una y mil veces, aunque supiera en que terminaríamos, no me importaría, por que para sonreír también hay que llorar un poco. Que masoquista soy, de principio a fin, empecé con miradas frágiles, con argumentos débiles, y vacíos indestructibles, empecé a mirarte sin que te dieras cuenta, y desde ahí, ya la muerte se acercaba lentamente. Terminé besándote mientras hablabas, quizás era porque no soportaba que hablaras y que no te abalanzaras a mi 3 segundos después, terminé agarrándote de la mano mientras revisabas tu celular, colmándote de regalos cursis sin sentido, terminé mirándote como la primera vez, con amor, pero con un poco menos de obsesión. Empezamos y terminamos, una y otra vez, nadie tenía tantos pantalones como para tenerte frente a frente, sin ningún centímetro de separación, y aguantar las ganas, como yo; y ese fue el detonante que nos destruyó, aguantar esas ganas, pudimos habernos destrozado a besos y caricias leves en ese momento, pero no, decidimos aferrarnos a la cordura, y eso... eso no nos permitía estar así, en ese tan anhelado "uno para el otro" con el que soñábamos.

Espere tanto para algo que se acabó en nada. Procura no mentirme cuando me digas que tu vida y la mía están hechas para estar unidas, no, eso sólo rima. Yo siempre soñé con estirar mi pie en la cama y encontrarme con el tuyo, voltearme y sonreír, despertar y no hacer otra cosa que ver como tus párpados se mueven como si tus pupilas libraran una feroz batalla por dejarse, por no dilatarse al tener mi boca cercana a la tuya. Que felicidad más grande sería tenerte aquí, donde ahora te espero. Efectivamente te fuiste, pero se te olvido quemar una última cosa, el sabor de tus besos en mi memoria. "Si amas algo, déjalo ir, que si el también te amo, volverá", pero no, si me ama no lo haría, porque me condenaría a una espera continúa de abandonos, a una muerte lenta cada vez que pasaras tu mano por mi cabello y lo sacudieras, si me amó, no hubiese dejado que me enamorara, porque sabía que mi vida sería nada 2 segundos después de que cruzara la puerta, luego de decirme a mi mismo "seguiré", rindiéndome a puertas de la gloria. Hoy sé que nada fue amor de tu parte, fue un desperdicio de quereres rechazados, un montón de recuerdos de alguien más que no pudiste borrar, el amor que me diste fue el que no te recibieron en ningún lado.

"Tercera carta que te escribo en menos de una semana, que desgraciado soy. Hoy, como todos los días, tome la camisa a cuadros azul que tanto amabas ponerte, me acosté donde solías hacerlo, coloqué la camisa sobre mi pecho y empecé a reírme a carcajadas, que ridículo me veía, así que me levante, tire tu camisa, no sin antes haber limpiado mi baño con ella, recoger la grasa en el piso con ella, y por último, no sin antes haberla dejado un poco debajo de la plancha. Que iluso fui al creer que hacerle daño a una camisa que era mía, logre hacerme sentir mejor, y lo hace, pero 30 segundos después la vuelvo a recoger, lavándola, cosiéndola y hasta limpiándola, planeando nuevamente ese círculo vicioso. No sé por que lo hago, tal vez los retazos representen mi vida, las manchas de grasa mi cabeza, y los restos de sarro, mis dientes. Al final, la botaré del todo, te lo juro. Esperando encontrar mis zapatos rotos, sucios y despegados como ritual de mi olvido, tu olvido. Esta vez me voy yo, no sin antes besarte por última vez, tomar café dulce de tus labios, y por supuesto, sin haberte tenido un poquito más".

Comentarios

Entradas populares