Mi asesino.

Ya sé porque me agradeciste antes de irte, tal vez querías hacerte la idea de que lo que hice, fue un favor. Estoy a dos cigarrillos de abrir tu carta, tengo de esas ansiedades que me revuelven el estómago, que me hacen sentir a centímetros de caer, de esas ansiedades que inician o finalizan vidas. Tu carta lleva dos días sobre el suelo, que miedo saber que me amas o que me odias. ¿nunca tuviste miedo de abrir una mía?, digo... si la abriste. Cada vez que me propongo a dejar mi estupidez de una vez por todas y descubrir de un tirón que es lo que esconden tus letras, esas cursivas que sólo tu sabes hacer; me entra un escalofrío que me hace querer sentarme un poco más, pero ya estoy listo, "la muerte es eso que se hace en silencio". Me paré rápidamente y leí el encabezado del envoltorio, "Hola Martín, otra vez yo tan ridícula." y ahí supe que no sería capaz de seguir con las 1139 letras siguientes, tu número de la suerte. Espere uno o dos cigarrillos más y me lance sobre esa carta con esa felicidad tan triste, con esa ansiedad tan vacía de emoción. 

"Recibí todas y cada una de tus cartas, al principio las junte todas con el fin de coleccionar, las puse en orden de llegada, encima del armario donde supusiste que las pondría. Confieso que al principio tenía miedo, mucho miedo, de encontrarme con un Martín feliz y con una vida por delante, me sorprendió que no te hubieses derrumbado por mi. A penas y leí todas ayer, cuando ví a unos niños montados en esos columpios solitarios en los que solíamos conversar del auto que seguramente tendríamos. Me da asco saber que casi siempre tuviste la razón, que siempre perdí ante ti, soy tan perdedora. Pero hay una cosa en la que te equivocaste, no me fui por deseo de salir corriendo de un amor que me consumía cada tanto, no me fui por querer plegar mis alas, cuando ya estaban extendidas, no me fui por miedo a enamorarme o a que te fueras y me olvidaras, no me fui por querer buscar algo mejor, no me fui por mi, me fui por ti. No puedo vivir una vida con alguien que no le duela mi ausencia, que no corra a buscarme, no puedo vivir con alguien que cree que la vida es el amor, y que una vida con amor todo lo puede. No, no puedo vivir con alguien que me acostumbre a la felicidad permanente, con alguien cuyo único propósito es sacarme sonrisas y orgasmos. ¿Qué iba a hacer si te ibas? ¿Quién más me iba a amar de la misma manera? Por eso me fui, para sentir un poco de dolor. ¿Qué pensabas? ¿Qué la vida es galopar en un unicornio rosa por una pradera con la persona que amas? O mejor ¿creíste que toda la vida nos íbamos a tener? No, no quiero una vida corta y feliz, prefiero una vida larga con algo de realidad. ¿Qué iba a hacer luego de dos o tres eternidades sin tu sonrisa? Posiblemente nada, por eso me fui, a amarme un poco más, y a recordarte un poco menos.

Y finalmente, aunque deteste admitirlo te sigo amando de la misma manera o incluso un poco más, con el todo y el nada que nunca fuimos. Olvidate de mi, no sabes lo difícil que es ver una carta tuya en el buzón, no sabes como me arde el corazón al saber que piensas que a mi no me duele, que yo ya lo supere. Deja las cartas, escribele a alguien que te lea, y mejor aún, que te ame sin odiarte un poco.

Pdta: Ni tan fría fui, ni tan cuerdo eres Martín." Y plasmó su beso, mi asesino.

Comentarios

Entradas populares