Noches en tinieblas.



Su nombre es Isabella, tiene de esas sonrisas perfectas, delineadas y con algo de crema batida en los bordes. Aún no hablo con ella, pero lleva su nombre grabado en su cuello, además de tener estampado en su morral sus iniciales. Tiene el cabello como los hilos de la lluvia, y tiene muchas camisas de los Rolling Stones, se entenderían muy bien. Es tan sórdida como los silencios que tira al aire cada vez que mira al cielo, a la espera de un día triste, a la espera de una luna soleada y unas nubes esponjosas. Sé que le gustan los días fríos porque siente que por fin algo es más triste que su mirada. Le encanta mirar con la cara levantada, con su quijada elevada, haciendo honor a los dioses que labraron cada espacio de su cuerpo, desde su iris, hasta sus uñas. Ella es tan perfecta Julieta, tiene unos ojos cafés oscuros, y un pelo tan negro como mis ganas de besarle esos pómulos exactos, sin duda alguna nada impresionante. Podría suponerse que es irreal, que no es cierta, pero ese lunar izquierdo encima de sus labios la sujeta a la realidad, esa misma que no me deja estar contigo. 

"¿Qué quieres Julieta? ¿pretendes que me quede toda la vida al borde de la cama esperando que toques la puerta y me beses? ¿o esperas que me quede sumido en la ausencia que dejaste al rincón de la cama? Ya no sé a quien pedirle respuestas, tal vez por eso pase madrugada tras madrugada viendo esa luna desnuda que amábamos regalarnos de vez en cuando, como si todo lo que recorriera el cielo nos perteneciera. Sé que al final me quedaré tan sólo como la lluvia en medio del mar, o como la hoja de otoño que se van con el amor de su vida, el viento, como si eso la fuera a llevar a algo bueno. Sé que mi soledad será mi única compañía, pero ¿por qué no disfrutar con alguien esta ausencia que seremos?, tal vez ella llegué a ser la que me aliente en esta felicidad que se destina a irse, como todo. Si nos quedaremos solos al final ¿por qué no besarle ese vacío que me produce ahora? ¿por qué no acariciarle ese espacio que esta confinada a dejar? ¿por qué no bajar la ropa interior que se recogerá luego?, todo se va tan rápido como las lágrimas bajo la lluvia. 

No sabes lo dolorosas que son las noches mirando a la pared, donde antes estaban tus ojos, esos sonrientes que me escuchaban cada tanto. Ya ni sé en qué perder mi atención para no recordarte, pero hasta los lunares de la pared me hacen ver la suma de imperfecciones dulces que eras. La cama se extiende con tu ausencia, se ensancha cada vez que estiro mi brazo en busca de tu espalda, ya ni alcanzo la sabana donde antes estaba tu boca, roja y arrugada, simulando la juventud que no puedes retener. Al fin y al cabo, ya ni soy fan de tu respiración, esa que me despertaba cada vez, no por su sonido, sino por su silencio, a veces pensaba que te habías ido antes del primer rayo de sol, como ahorrándote las miradas de amor que nos daríamos al instante de despertar. Siempre estuviste destinada a dejarme. Finalmente, besame, besame mucho, aunque tus labios se olvidan con solo cambiar las sábanas."

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