Sin mencionar a Dios.



"¿Has notado que ya no te escribo encabezados? No, creo que hasta eso ya pasa desapercibido para ti. Ay Martín, tan ególatra como siempre.

Ese día en que nos conocimos, yo no debí estar ahí pero ¿sabes porque lo estaba?, porque sabía que acostumbrabas ir a esa cafetería donde me mirabas secretamente por la rendija. Yo también sabía ser sutil. Ahora me preguntas por el futuro amor de mi vida, y yo me pregunto ¿y mi sutileza?, quizás se quedó cuando me fui, no podía estar con alguien que ya no la pondría en práctica. No sé ni que responderte. Pero sé que harás lo contrario a lo que te diga, siempre ibas en contra de la corriente. Soy como el consejo que sólo toman en serio cuando es estrictamente necesario... o con tragos encima. Sólo sé que tengo miedo, miedo de encontrar en mi puerta una invitación, al cementerio o a la iglesia, a un no o un si. ¿Qué me aconsejas Martín? ¿el vestido rojo corto, o el largo negro con algo de terciopelo rosa? ¿qué combina mejor con la madera de tu ataúd? Te matarás, y de paso te irás con ella. Te irás cuando ella decida que no valió la pena ni la risa, se enterrarán sus vidas mutuamente hasta atravesarse el corazón; afortunadamente soy rápida, y retrocedí antes de que te llevaras contigo, la otra mitad de mi corazón.

Tratas de ver en otra lo que viste en mi, tal vez haya alguna, pero ninguna con la capidad de agarrar tu pelo y despeinarlo, con el talento de besarte en medio de las cosquillas en el cuello, con el don de besar escuchando los pequeños besos de cada gota de lluvia en tu hombro, pero ninguna que tatue su nombre ahí, donde ahora me quieres. Ella no te querrá con errores y caídas y temores y despedidas, ella no podría soportar tu manera de tomar sus dedos suaves, no podría mantenerse cuerda cuando la mires con esas cejas perfectas y aterciopeladas, ella no es como yo, pero intentalo.

Abalanzate a ella Martín, enamorala, asesinala mientras duerme, besale esos ojos cafés que seguramente tiene, llevatela en tu hombro. Al final, te encanta cargar con muertos, te fascina perseguir fantasmas que se llevan tu vida, con o sin credos absurdos; no le reces a alguien que está destinada a abandonarte." Y suspiré, como la última vez, sin mencionar a Dios, ni pronunciar su nombre.

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