Vaivenes.

"Me cansé Martín. Me cansé de buscar una voz que me haga sentir esa vibración estremecedora por todo el cuerpo, así como lo lograbas todas esas noches altas por teléfono. Me cansé de volver y no encontrar a nadie a la espera de mi. Me cansé de no ser tu tasa de café en la mañana antes de sentir mi ausencia en el sofá. Me cansé de no poder dormir pensando en lo que pudo ser y no fue, en los besos que pudieron ser vestidos de novia, o en los abrazos que duraron mucho más que un "hasta pronto". Me cansé de que no me pertenezcas, de que alguien más este ahí para ti cada vez que yo no puedo hacerlo. Me cansé de ver tu fotografía inhóspita encima de mis libros favoritos, como si las imágenes también arrugaran el corazón. Me cansé de ti y de no tenerte, de que respires y que no sea por mi. Me cansé de ser lo que ves cuando el sol se esconde y de nuevo sientes como ese escalofrío roza cada poro de tu piel, como avisándote la noche larga, las caricias atrasadas y las palabras a una pared que si pudiera, también te abandonaría.

Me cansé, pero lo intentaría un poco más... y eso es lo peor. Tengo en mis manos las fotografías cuando salimos de viaje con tus padres, tú sonriente y yo besándote, ¿qué nos pasó? Me dio miedo, no sabia a donde nos llevaría este amor y decidí correr en sentido contrario, allá donde estaba sola y los recuerdos se acomodaban en el rincón oscuro de mi habitación. Me perdí de vista, cuando quise regresar no pude. Tuve miedo a ser cobarde. Que ridícula soy. Después de todo los besos no quitan los demonios del todo.

Adiós Martín, aunque sé que mañana volveremos a lo mismo, como si nunca nos hubiéramos despedido, como si siempre nos hubiesemos tenido, seguiremos en este vaivén de pupilas que no concuerdan, que no son geométricamente correctas, ni románticamente acertadas." Adiós Julieta —y sonreí, tal vez por el amor que se acabó, o porque estaba más vivo y me quemaba más que todas las veces, no sé—.

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