Verdad o reto.

Aparentemente el dolor moldea al artista, o el amor, ya ni sé si son sinónimos. Que montaña rusa este amor de los dos, duró poco, dos vueltas sobre el cielo, un vacío inexplicable tan temporal como mi cordura frente a tus labios; unos cuantos temores desechados en poco tiempo y un sinnúmero de expectativas sin resolver luego de que el tren se detuviera. Contigo la atracción era momentánea, sin manera de volver a la fila, una fila que nos mantenía atados al vicio, a lo imposible de olvidar, a ti. Adictos a una juventud que se nos iba, a una verdad que fingiamos, y a unas caricias con pensamientos ajenos. ¿Ya no sientes el aire al rozar tus dedos? ¿el aroma de tus besos que tanto amabas darle al espejo?, ya no tienes con quien ver la película que tanto te gusta, con quien sonreír cada vez que te pasaba algo cómico, es más, ya ni tienes esa capacidad de asombro que yo forje, ya una canción en la madrugada no es creatividad para ti, las cosquillas en el cine ya son normales para ti, ya eres tan corriente.

Odio la silueta tuya que invento caminando por el pasillo. Odio que estés bien, que no te estén carcomiendo las ganas de abrazarte lento como a mi, que ya no sientas ni la mitad de los roces de dedos en cada noche. Pero no te odio a ti, a ti nunca te conocí, solo fuiste el deseo de la persona que quería que fueras, no pasaste de ser mi mujer perfecta, fuiste lo que yo quise. No te amé, amé como me hacías sentir, tus palabras, tu voz, tu sonrisa corta y lenta, cada hoyuelo de tus mejillas, no te amé, menos mal. Amé tu cabello y tus ganas dejarme, pero no a ti, hubiese sido mejor. Me hubiera ahorrado tantos vacíos de decepción cada noche si me hubiera enamorado de ti, si no hubiera detallado a la perfección tu mirada en el olvido y que me enamorara de eso. Hubiese sido mejor que ni siquiera nuestro encuentro se consumara, de esa manera no hubiera leído todos tus libros favoritos, ni escuchar tus canciones, al menos no hubiera visto tu cabello despeinado en la mañana, pero supongo que de algo hay que derrumbarse. Me hace falta la conversación, tenerte cerca, que aguantes mi melosería, mis chistes virginales. Ya supere lo más fácil, a ti, lo más difícil ahora es olvidar tu huella dactilar en mi hombro, el mapa de tus labios en los míos, el sonido de tus ojos arrugándose a carcajadas. Ya te supere, no fue tan complejo como lo planee.

"Tu carta llegó ayer en la noche, aún descansa a 30 centímetros de la puerta, no tengo el coraje de abrirla, siquiera de tocarla. Me concentro en verla con mi café caliente en mis manos, tratando de predecir qué escribiste, buscando en qué relieve de la carta se diferencia mi nombre, mirando en qué parte me amas y en qué otra me odias. Aún no decido abrirla, esperaré hasta mañana, tal vez de esa manera consiga los pantalones que no acostumbro a traer. Quizá pienses que armo todo un espectáculo alrededor de tu carta, pero esta es la primera prueba de tu voz que tengo desde hace mucho, puede ser la prueba que me impulse, o la que me empuje, total, no importaría si corro o me caigo, de ninguna manera llegaría a ti. Y por último, no me tomes por ridículo, nadie con capacidad de escribir cartas sin respuestas, lo es, como tal vez si lo sea tu respuesta a la espera de cambiar algo. No cambies nada, dejalo así, no sacudas tus sábanas, es el último recuerdo que tienes de mi."

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