J.B.

¿Qué karma estaremos pagando? Debíamos ser amantes frustrados en otra vida, o enemigos amables en unas cuantas más para explicar la manera en que el universo odiaba la forma de mirarnos, de besarnos, de tocarnos y hasta de sonreirnos. Nunca debimos ir en contra de la corriente, hubiese sido mejor correr a favor del destino, dejarnos llevar hacia ese final profundo y despiadado que nos esperaba al final de su sonrisa. Ay Julieta... ¿cómo terminamos así? Con las cartas amarradas y los sentimientos al aire. Estaba a nada de olvidarte, de seguir mi vida, de irme con una tasa de café en el bolsillo y con canciones mal escritas y arrugadas; pero no, me tomaste del brazo justo antes de abandonarlo todo, me enamoraste cuando intentaba enamorar a alguien más, te sentaste a mi lado justo antes del enfriarse el café.

¿Qué nos enamorará de este romanticismo anticuado y obsoleto? Ya no sé si es cuestión de gramática fragante, o melodías primitivas con rimas dejadas. Supongo que si nada nos une, nada nos separa. ¿Notaste que el sándalo ya no hace parte de esa reconstrucción sintáctica de tus sentimientos? Quizá se te olvido que lo nuestro no era hablar de sensaciones, era besarnoslas, tocarlas, olerlas poquito a poco. Ya no eres tan antigua, te perdí de vista, pero sigues ahí, despidiendo a quien fuiste y fingiendo ser lo que no eres. Que desperdicio eres Julieta.

Yo sigo escribiendo mis iniciales en la esquina derecha, ahí donde formabas un corazón o juntabas J.B. de Julieta Barrios, aunque tal vez era de Jamás Benevolente, como insinuándome lo que se avecinaba. Ya no te envío cartas, quiero oler los sentimientos marchitos de frente, necesito saber que se siente sentir y no decir, destrozarse y no pedir ayuda, morir y seguir un poco vivo. Simplemente dejaré que tus cartas se arrumen encima del armario, sin respuestas, para que creas que ya no te necesito y vayas detrás de lo que quieres y no de lo que te hace vibrar de a pocos.

Ay Julieta... si supieras que pierdo el tiempo escribiendo a quien no me lee, si supieras que aún siento algo, si supieras que te guardo ahí donde se reciclan los recuerdos, en esa cajita de galletas donde están mis tesoros sin llave, un amor que nadie quiere, pero que todos buscan.

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