Blue mountain.



Hoy encontré una de las maneras más crueles de vivir. La de conseguir un amor del que te aferras y saber que lucha por zafarse, ser libre.

¿habrá extrañado mi existencia de vez en cuando? digo, yo llevaba su fotografía entre mis tarjetas de crédito y mis deudas sin pagar; se sentía tan cálida entre mis manos, como si el deterioro fuera por el sudor de mis dedos al encontrarla de repente en mi bolsillo.

Sería un psicópata si supieras que con los ojos cerrados sería capaz de calcar el mapa de tus labios en mis mejillas, y es que para ser exactos, nunca besaste mis labios, pero para mi era lo mismo, sentir el estómago en la garganta y la voz luchando por esconderse.

Delante del mundo soy un completo idiota, sonriéndole a la nada en la fila del metro justo cuando recuerdo un chiste tuyo, una sonrisa tuya, o algo tuyo, lo que sea. Esa era la manera más efectiva para decirle a la muerte que esperara un poco más, que se tomara un café mientras tanto, que me regalara dos o tres suspiros.

Ahora solo me queda un amor que solo existe para mi, que nadie más comparte y que posiblemente me lleve a la tumba,  

Apuesto que espero mucho si quisiera que reconocieras mi nombre entre la multitud, es que después de todo tu no sabes nada de mi, pero yo podría enseñarte quién eres por si lo olvidas. 

Bien decían que con amor, la vida es más feliz aunque duela.

Ojalá ya te hayas zafado de mi, ya hubieras aprovechado los días de ventaja que te di para correr, ya tengas acumulados varios amores de los cuales sobrevivir. Yo solo tengo el tuyo, ese que divido en trozos diminutos para que me alcance de por vida.

Supongo que soy demasiado cobarde como para sacar tu fotografía y fingir que ya no te amo, que ahora puedo seguir adelante y que en cualquier esquina podría encontrar unos ojos marrones iguales a los tuyos; pero no, eso sería mentir, y con mentir ganaría más vida misera que me sobra.

Hoy, ahora, no sé cuanto amor me quedé, supongo que poco, lo suficiente para vivir unos cuanto días más. Así que, cariño, por si aún conoces el ritmo de mis latidos, déjame decirte que encontraré algo de ti en este camino tortuoso que aún me queda por recorrer. Hoy, ahora, me desprendo de ti, te dejo ser libre, después de todo, creo que nadie vive enamorado de la tierra del cementerio... que por cierto, tiene tus mismos ojos.



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