Constricted.

Y el miedo subía por su yugular y se escondía detrás de la garganta agolpando la saliva y torciendo las palabras. La sangre corría por sus venas como queriendo desaparecer de los ojos de algún asesino. Sus pupilas corrían hacia el borde de su iris como si en el centro se concentrara la maldad inevitable. Y su cabello, su bonito cabello se alejaba de su quijada como queriendo huir a otra piel y olvidar el hielo de sus mejillas.

Sus manos, las tersas y las suaves empezaron a tornarse ásperas y cortopunzantes. Sus labios, los inteligentes, vieron el final y aguardaron dentro de su boca, esa boca corta y delgada. Su piel, la valiente, decidió quedarse sentada sobre su hombro a ver llegar la tragedia.

Y ella, la mujer con suerte, intento esconderse de si misma en un cuarto pequeño y oscuro llamado recuerdos, sin saber que dentro se encontraba el asesino del que corría. Ese día era su día, el terror la acompañó hasta la puerta y la vida decidió recurrir al cuarto bajo la escalera a olvidar su labor. Se tomó un descanso indefinido, mientras ella, la mujer con suerte, apretaba su timón enamorado, impotente de no poder huir junto con ella.

Y el miedo dejo de tener miedo, paso a ser coraje, pero para ese momento ella quien logró huir de los recuerdos se sumergió en si misma y con sus ojos, vio el parabrisas romper la blancura de su esclerótica. Y el coraje se alegró, había destruido su jaula.