Sky.

...y ella era Braille, con puntos por todo su cuerpo, con versos de poemas y estrofas de canciones en su espalda. Quisiera haber podido leerla, siquiera cantarla, pero ella era una maraña de palabras vacías y líricas escondidas. Imposible de descifrar para un vidente como yo.

Pude haberla tocado toda la vida y no saber sus secretos, lo que escribía mentalmente mientras caminaba por un café. Quisiera haber tenido una pista, un mapa del tesoro o siquiera un buen manual de instrucciones; pero no había nada, ni un solo indicio de por dónde empezar a desenredar esa gran cadena de textos ocultados entre esa piel blanca.

...y ella fue pavimento, gris y agrietado, ignorado y manchado con innumerables huellas inconscientes. Por ella volaba, precisamente para no pisotearla, por ella mis pies son solo un privilegio de los cielos, por ella es que nunca pude poner los pies en la tierra y las manos en el techo. Pero era imposible querer evadirla toda la vida para alguien tan insensible como yo.

Pude haberle quitado ese gran peso de encima, cargar con el concreto de su vida y de paso con la carreta de bloques de la mía. Pero habría que ser conscientes de que en algún momento las piernas me temblarían y terminaría ella cargando con todo, incluso conmigo. Así que la deje ser andén sola, que quisiera romperse cuando quisiera o mantenerse fuerte en contra de su voluntad.

...y ella fue hielo, transparente pero mentirosa, fría pero a 27°, dura pero si la soltabas se quebraba. Quisiera haberla tenido en mi boca y ver como se derretía lentamente entumeciendo mi paladar; pero no quiso, ella prefirió ver la muerte lenta pero segura que verla en una boca inbesable y hecha un horno de alto grado de sensaciones.

Pude haberla cargado en mi bolsillo o en mi camisa pero me ella me odiaba tanto que ni siquiera me tocaba, se separa de mi y prefería el café frío y sin azúcar que el roce con mis pies cálidos. Ella sabía que cualquier paso en falso la desaparecerían en dos segundos; pero un día dio ese paso, me tomo del codo y yo de su cintura y empezamos a bailar un bolero infinito que termino dejando agua en mis manos, frío en mis dedos y un gran desorden.

...y ella, al final, fue ella; la malquerida, la lejana y la indeseada. Fue un libro para ciegos, una calle entera de vecindario y una gran nieve de montaña. Ella fue quien yo quería que fuera, la que se va y no regresa, la que huye y no corre, y la que espera cuando ya se ha ido. Fue ahí cuando supimos que eramos el uno para el otro, la coincidencia de dos desastres sumamente dependientes. Fue ahí dónde supe que no valía su pasado y lo que fue, si fue Braille o música clásica, pavimento o pradera verde, nieve o lava. Descubrí que éramos un pedazo de cielo que se rompe cuando le canto el Braille de sus lunares.

Y el hielo no volvió... ni tú tampoco.




Comentarios

Entradas populares