Unbreakable

Aun conservo la retina intacta,
con los conos y los bastones inmóviles,
con la esclerótica irrompible
y el iris inquebrantable.

Te tenía ahí,
entre las paredes caídas y las ventanas lustradas.
Tus fotografías perfectas en sus marcos cayendo a pedazos.
Tu ropa perfectamente doblada entre mis sábanas arrugadas y las almohadas caídas.

No había más.
Tu perfección encima de mi destrucción.
Siempre había sido así y no tenía porqué cambiar.
Eras un amanecer rosa alumbrando una ciudad devastada.

Quisiste curar y reparar mis calles rotas,
resanar mis paredes
y pintar mis cuadros.
Yo quería rasgarte un poco para hacerte parte de mi,
romperte ligeramente
y martillar tus tejados.

Intentamos ser una casa fuerte
con ventanas grandes
y puertas amplias.
Cambiar la vajilla rota por cubiertos de plata
y el tejado agujereado por azul clarito.

Cuando te fuiste trate de mantener limpia nuestra casa.
Mantener los platos lavados y las paredes pintadas.
Conservar el césped cortado y el cielo soleado.
Pero la verdad fue que regresó la ropa al rincón de la habitación,
el grifo que gotea,
la perilla que no gira
y las grietas en todo lo demás.

Cuando traté de reparlo,
supe que siempre fuiste la llave,
el cielo azul
y el cuadro perfectamente alineado.

Al final,
mientras todo me abandonaba igual que tu,
mientras la sangre huía de mis venas
y el oxígeno se alejaba sonámbulo de mi cerebro;
te sentí con lo único intacto,
inmóvil,
irrompible
e inquebrantable que quedaba en toda la casa.


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