Cerrojo

Estoy cansado
de esos cansancios que te aprietan los huesos y engullen las fuerzas.
Estoy cansado,
creo que he perdido la batalla
la única batalla que he librado
y de la que aún puedo sentir como el oxígeno toma sus maletas,
recoge sus cuadros
y escapa de mis pulmones.

Señor,
si puedes escucharme,
toma algo de mi.
Mi libertad,
mi pérdida,
da igual, es lo mismo.

Ya siento que huelo a lo que huelen los ángeles al subir al cielo,
una especie de pesares mezclados con azafrán
y un cuarto de ilusión.

Espérame sin saber que voy.
Espérame con sorpresa
y sabiendo que puedo quedarme.
Espérame
porque estoy cansado,
porque ya no puedo,
porque si puedo
no podré por mucho.

Las estrellas parecen titilar detrás de mis ojos,
como si ahora fueran ellas las que me observan desde abajo.
Me elevo,
estoy sintiendo la luz calándose entre mis cerrojos.
Creo que es la despedida
o simplemente es el sabor de la resignación.

Estoy cansado,
lloraré solo un poco,
quizá bastante,
porque estoy cansado,
porque ya no quiero,
porque si te quisiera,
no te habrías ido primero.