Alma

Creo firmemente en la desaparición del alma; almas livianas que el viento se lleva y el tiempo esconde. Temo por mi alma; le temo al tiempo hampón que aparece en las noches silenciosas y en mentes blancas. ¿Podrá mi alma débil pelear con un enemigo tan fuerte? ¿o acabará lléndose con él de manera consciente? No lo sé. Por lo que sé de ella peleará, se aferrará a lo que pueda, a mi cuerpo o a otro. Su miedo a desaparecer es más fuerte que el músculo del tiempo. Pero el tiempo tiene aliados, bienhechores del olvido y malhechores de la vida. La soledad es su gran amiga, es tímida pero voraz. Aparece justo antes de dormir, no te asusta, pero no sabrás cuando se irá. Te venderá al tiempo cuando le convenga.

El tiempo es el rival último, jamás se lucha contra él al inicio de la pelea. Es un luchador orgulloso que espera a que sus secuaces acaben contigo. 

Mi alma ya está cansada, ha sido desgarrada y abaratida. Arrancada y devuelta. Minimizada y enaltecida. Se ha quebrado en partes tan pequeñas que se han perdido en personas, en lugares y en cosas. Imposibles de encontrar. Agujeros por dónde entra el frío y lo quema todo. 

Mi alma cree en este cuerpo donde se ve guardada. Confía con la vida en una mente que ella cree invencible. Una mente a prueba de balas, que no falla ni olvidaba, una mente que aun por todo, no vende. 

La mente de este cuerpo donde mi alma se refugia no es tan agazapada como se cree. Calla en ocasiones y permite que el corazón decida, que abra la puerta para que cualquiera entre y robe. Y me han robado, no sé si mucho, no sé si poco, pero cada vez están más cerca de mi alma.

Es un arma de doble filo. El corazón hace reír a mi alma, pero la mantiene expuesta; y mi mente la encarcela pero permanece segura. Supongo que he de dejar que me roben día de por medio o media vida. Terminarán por comerse mi alma de cualquier forma. 

Hoy he decidido abrir la puerta, la mente se ha tapado los ojos y el corazón ha abierto los brazos. Veremos si es mejor abrir al público o cerrar por clausura.