Oxígeno

Sus labios estaban repletos de un oxígeno adictivo, respirarlos era afixiarse y besarlos era vital.
Empezamos un juego macabro dónde los sentidos huían.
El gusto es el primero en ser arrebatado.
Ya no sé si estoy en el agrio de tu boca o en el salado de tu pecho.
La vista huye.
Llegar sin ver y adivinar donde termina tu clavícula y empieza tu hombro.
El olfato es el siguiente.
El olor a piel mojada y a cuchillo afilado desaparece, todo es igual.
Luego el tacto.
No saber diferenciar entre montañas arrugadas o valles planos.
Tu boca se iguala con tu cuello.
Después el oído.
Ya no puedo escuchar el sonido de nuestros átomos repelerse y atraerse.
El tiempo es mortal y no siento nada.
En el siguiente nivel inventamos la telepatía, sé que piensas.
Te acercas con un cuerpo robado hacia mi boca víctima que solo sabe levantar las manos y temer.
Esto es un robo.
Es ahí donde me besas.
Un juego cruel donde el premio se lo lleva el perdedor.
Solo sé que eres tú porque aún sé que estamos solos.
Nuestras mentes chocan por las paredes mientras nuestras bocas se aferran en una danza inaudible.
Pronto empiezo a recuperar lo perdido.
Se me devuelve el oído.
Puedo escuchar besos apabullados, sillas rechinantes y respiraciones rápidas.
Aparece el tacto y el robo parece ahora a mi favor.
Te aprieto, siento tu piel puntiaguda y tu frente fría.
El olor de tu miedo regresa a mí.
Te ves vulnerable, desarmada, como quien tiene una torre enorme que alguien acaba de derrumbar.
Te miro.
Quieres llorar cuando creías ganar.
Tu boca se estira inquieta, muere por la victoria.
Por último, el gusto aparece tímido entre mis labios.
Parece que sabes a mí.
Sabes a mi clavícula izquierda y a mi hombro derecho.
El juego ha termino.
Te tengo.
Mis pulmones se empiezan a llenar de aire que rebosa mi garganta.
Te asfixio, tienes que tomar mi oxígeno. Ganar o morir.
Pero decidimos vivir y matar.
Vernos de rodillas y cantando victoria todo el tiempo.
Un juego interminable.
Una cantidad de oxígeno limitada que no podemos compartir pero que sí podemos intercambiar.
Bésame que yo vivo y tócame que yo muero.



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