Armado

Esta es mi declaración de guerra, no acepto disculpas. Tengo el pecho oprimido y la garganta cerrada. Me rehuso a ondear una bandera blanca con quien me ha manchado de sangre. No estrecharé mis manos con quien me agarró del cuello y me cortó el oxígeno. No quiero abrazar con todo a quien me dejó vacío, me asaltó el alma y se quedó con mi corazón en llamas. Esto es una guerra a muerte, donde no hay nada que perder, lo único que tuve ya lo tienes y no lo quiero de regreso, lo quiero deshecho contigo.

Estoy cargando mis armas, afilando mis sables y armando mis trincheras. Sé que vendrás sin nada, que aparecerás desnuda de insumos y esquivarás mis balas, mis esquirlas y mis manos. Por eso no tengo miedo, sé que moriré en un instante, sé que me desvaneceré tan rápido que el aire pasará a través de mí sin resistencia. Permaneceré de pie hasta que me dé la vida, me alcancen los suspiros y los ojos se apaguen.

Estoy preparado, sé que no habrá nada que te haga daño y sé que no habrá nada que te detenga. Tu aire frío entrará a mi bunker y lo encenderá todo, mi cuerpo tibio en medio de la niebla será tu trofeo, me tendrás de nuevo ahí, buscando lo que sabes que ya no está pero te empeñas en encontrar. Dependerá de ti mi vida, como siempre. Estaré pendiendo de un dedo como quien pesa una tonelada y no le queda más que dejarse caer y destrozar el suelo. 

Te declaro una guerra perdida, una pelea que ya me tiene en último lugar y una batalla que ya me tiene muerto. Sé que soy un alma sin municiones que va a su final sin el más mínimo reparo. Abrazo mi destino con un instinto irreconocible, me quedaré en la casa que me sepultará y esperaré a que la mano que me acarició sea la misma que, sin restricciones, saqueará a un alma indigente que ya no tiene nada, que tiene hambre, que tiene sed y que la muerte es un regalo más que una sentencia.

Ahí vienes, mi ceño se frunce y mis nudillos me aprietan. Cargo mi arma y te apunto en el entrecejo. Sé que no te hará daño pero mejor un intento fallido que un fracaso confirmado. Te vas acercando y mi cuerpo empieza a temblar, mis sensaciones hacen maletas y escapan de mí despavoridas, se me hunde el pecho y mi pupila se ensancha hasta dejar mis ojos tan oscuros como lo que vendrá. Disparo, corro, me escondo, lanzo cuchillos y enciendo granadas. Gasto lo ultimo, tiro lo último y hasta que lo último es mi cuerpo con manos valientes.

Desaparezco como lo supe siempre, pero ahora que abrí los ojos me doy cuenta que he destrozado todos los espejos de mi casa y mi cara se ve dividida en pedazos incomprensibles. Lo has hecho de nuevo. Me has dañado todo y te has ido ilesa. Volveremos a vernos pronto, cuando recargue mis armas, mejore mi táctica y esté listo para morir de nuevo. Nos veremos pronto, cuando el corazón lo pida, el cuerpo sienta y la mirada no se esconda. Cuando tu rostro temeroso aparezca de nuevo en mi espejo remendado.



Comentarios

Entradas populares