Eterno

Me estoy muriendo,
siento como cada vena se rompe, 
se desgarra, 
se quiebra;
como si mi sangre estuviera congelada, 
estática 
e inservible. 
Me estoy muriendo, 
los ojos se agrandan, 
se agrietan, 
se desangran;
como si te vieran fría como siempre, 
distante 
y desgarrada. 
Siento que me muero
porque siento el corazón en las puntas de mis dedos, 
la respiración se me corta en la garganta, 
el pecho me quema
y los pies se enfrían. 
Me muero porque no te veo, 
porque si te veo no te siento, 
porque si te siento ya no es mía mi vida, 
y si mi vida ya no es mía es porque la robaste, 
y si la robaste fue porque yo te la di, 
y si te la di es porque eras tú, 
la que me ve, 
la que me siente, 
la que me mata. 
Me muero aquí donde no estás, 
aquí donde no pisaste, 
aquí donde no viviste, 
aquí donde no hay nada tuyo. 
Me muero aquí porque no te recuerdo, 
no sé quien eres, 
como hueles, 
como hieres. 
Me iré en unos segundos dramáticos, 
lentos. 
Tan lentos que te siento, 
tan lentos que puedo sentir la sangre descongelarse. 
Tan lentos que el pecho se expande, 
los ojos se cierran
y lo que antes estuvo frío 
ahora es fuego. 
Sé que me muero porque te escucho, 
te oigo cantar palabras inaudibles, 
te siento atravesar mis dedos, 
cortar mi aire
y arrastrar mis miedos. 
Sé que me iré porque ya no lloro
ahora sonrió, 
sonrió con los segundos lentísimos
con el cuerpo encalambrado
y el alma libre. 
Me muero
y no por vos, 
no por nosotros, 
por mí. 
Me muero porque me necesito con vida, 
me muero porque quiero seguir, 
me muero porque quiero olvidar. 
Y olvidé. 
Esa noche morí, 
con todo lo mío
y con tu ausencia miedosa. 
Procuraré morir de vez en cuando, 
juntar nuestros corazones entre dedos, 
enredar nuestras pupilas ensanchadas
y olvidar que somos invierno,
recordar que somos fuego, 
que desaparecemos, 
que encendemos, 
que olvidamos. 
Muero por mí, 
porque así te puedo ver un poco más, 
sentirte un poco más, 
y huir de mí, 
un poco menos. 
Adiós, 
me despido, 
para vernos pronto, 
para saludarnos luego, 
para no escribirte tanto. 
Toma mis dedos, 
mi corazón resguardado. 
Toma mi pecho, 
mi bosque en llamas. 
Toma mis pies, 
mi ártico lejano. 
Tómame y llevátelo todo, 
que no lo necesito, 
que te necesito, 
que ya está muerto, 
que tú eres la vida. 
Y quédate conmigo, 
así la muerte no es en vano, 
solo si te tengo a ti
mi vida eterna.



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