Posibilidad

La posibilidad me ha embaucado.
Me ha hecho creer que éramos
cuando nunca hemos sido.
Me hizo creer que tu alma
tejida hasta las puntas de hilos rojos
estaba destinada a la mía.
A desenredarnos.
A desabrocharnos.
La posibilidad también me vendió la idea
de que ibas a quedarte.
Que estaríamos
aunque tus pies no estuviesen cerca
y mis manos no pudieran rodearte.
Me vendió un poemario
perfumado
y colorido
sin nada escrito.
Una letra vacía
que me llenó el pálpito
y me inflamó la vida.
La posibilidad te pintó con amarillos
robados de tangaras,
azules de flores
y verdes de cielo.
Puso en mis paredes tus retratos
inconfundibles
ocultando el gris de mis ventanas
y el negro de mis jardines.
Me entregó una ilusión que sólo era mía,
que a ti no te había dado lo mismo.
Que tú recibiste un puñado de realidad mía,
una montaña de mi cruel normalidad
y un mar de mi exactitud penosa.
Mientras yo,
con mis contratos de ser y estar
entremezclados con poemas y pinturas,
me inventé la posibilidad.
Una distinta a la tuya
que dolía más
pero que rasgaba menos.

Ayer me dejaste para siempre,
entre argumentos insulsos
y realidades insultantes.
Pero no importa
porque no eras tú quien se tenía que quedar
era yo quien te tejía entre tus posibilidades,
y eso siempre me arropó más
que todas tus presencias.




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