Licor

Ayer recordé el amor que teníamos
y que acabamos,
que bebimos e ingestamos
como una botella entera de cognac.
Pobre de mí
que nunca sé cuando parar.
Me la bebí toda
de a sorbos largos
pero tú
si a caso
lo saboreaste
para saber que era licor
y no veneno.
Me la bebí toda
y baile
y reí
y te baile
y me dormí.
Que horrible sentir
que hice cosas que no recuerdo.
Me bebí el cognac que tú compraste,
que dejaste frente a mí
con dos copas al lado
pero sólo una se llenó.
Bebí tanto que me sentía cerca de las estrellas
hablándole a un farol
creyendo que era la luna.
Di vueltas en un pie
cuando sonó tu canción
la de la noche en París.
¿Te habré mentido
o te habré dicho pura verdad?
La verdad es que era mi primera botella
antes sólo había recibido
vasos medio vacíos
a veces
medio llenos
depende de a quien le preguntes;
pero está era la primera
sin avisos
ni consejos.

Me desperté
con las luces medio apagadas
medio encendidas
con la música que ya no era la tuya
ni la mía.
Me desperté
con la cabeza llena
y la sala vacía.
Te fuiste porque me acabé la botella
y no te quedó
para soportar sobria
mi presencia medio estorbosa
medio libre
según quién responda.
Así que atravesé
mi resaca en soledad
sin tristezas
de al menos saber
que no dejé una sola gota de cognac
con la que embriagarme
en mi eternidad
y sentir que me amabas
cada vez
un poco igual.



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