Un río

Había una vez un río —
me dijiste —
que no corría ni se apresuraba.
Un día, encontró una flor
asustada y sola.
Se detuvo a socorrerla
y le preguntó por su destino.
La flor, susurrando su soledad,
se dejó caer en el río.
Desde entonces, el río huye,
perseguido por una soledad
que lo habita.
Por eso corre,
asustado
y solo.



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