El otoño

El sonrojado de los árboles,
enfriados por el otoño,
se ha encendido
y me he quedado viéndolo
como veo a la ventana
cuando has de marcharte.
El reflejo de mi cuerpo se mueve
como las hojas en una ventizca asustada.
Pero me quedo ahí,
soportando viéndote partir
como los árboles soportan
el suelo congelado. 
¿Vendrás a quedarte
otra vez?
Necesito saber
si he de esperarte un invierno entero
o si es prudente florecer ahora,
sin miedo. 



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