A solas

Como nunca he llorado a solas
me he sentado frente a tu recuerdo seco
y lo he llenado de mares.
Mares llenos de rocas
que lanzo
sobre tu tumba vacía.
Mares turbulentos
de olas afiladas
donde hasta las cuchillas finas
de tu memoria
se hacen inofensivas.

Como nunca he llorado a solas
he agrupado todos los lenguajes del amor
que tradujiste para mí
y los he encendido.
Llamas que nunca han querido doler
y que se extinguen con el soplo
de las ventanas abiertas.
Llamas altas, translúcidas,
que no se atreven a quemar
al saber que meteré las manos
a salvar lo que quede.

Llorar a solas, nunca lo he hecho.
Así que los gritos
que no grito en público
y los insultos
con los que no insulto
a la sombra de tu recuerdo,
me los he guardado. 

En esta casa sola
donde no me escucha nadie,
te digo que te odio,
que no te espero
y que huyas
mientras aspiro el olor de tu hombro
y me abandono en tu abrazo vacío.

En esta casa
donde no me escucha nadie,
te lloro a solas,
mientras naufrago en tu ausencia
y resisto el instintivo desaire
de recordarte
otra vez. 



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